16 noviembre, 2011

EL VIENTO: PRIMERA PARTE

Si hay un elemento con cuya intervención debemos adoptar una mentalidad de lucha y sacar a relucir ese espíritu combativo del que venimos hablando y que tenemos que ir acuñando para conducir una moto en casi todas las circunstancias, ese agente meteorológico es El Viento.
   Si vemos desde la ventana agitar las ramas de los árboles con virulencia, si al emerger al exterior tras ascender la rampa del garaje, sentimos el azote del viento contra la moto y lo oímos bufar sobre el casco y contra la pantalla, no podemos amilanarnos, dejarnos amedrentar y lamentarnos interiormente pronunciando frases como “¡Oh, Dios mío, este viento es tan fuerte que me va a tirar!”, no podemos dejar que nos acongoje, que nos arrugue: Debemos sobreponernos, superar ese temor y sacar a relucir un espíritu aguerrido. Si no es así, si tenemos dudas sobre nuestra capacidad de sobreponernos, lo mejor será que nos quedemos tras la ventana, que no bajemos siquiera al garaje y que, para la próxima salida, tengamos muy en cuenta El Viento cuando consultemos las previsiones meteorológicas. Y si no tenemos más remedio que desplazarnos porque, por ejemplo, cuando hemos llegado a ese lugar por la mañana la atmósfera estaba en calma y ahora, de forma inesperada, se ha revuelto, más vale que optemos por otro medio de trasladarnos distinto de la moto.
   Es mayor la fuerza que ejerce el miedo sobre nosotros que la que lanza el viento contra nuestra moto para tirarnos. Y si no nos queda más remedio que regresar en moto desde el lugar al que fuimos durante la mañana, antes de que se torciese el día, más vale que llevemos a cabo un acto de intensa mentalización, de profunda autoconvicción, y que echemos mano de todos los redaños de que dispongamos –que seguro que son más de los que imaginamos estando fuera de esta circunstancia de emergencia-.

El Viento es, a su vez, el elemento adverso más fatigoso que nos podemos encontrar. Lo es tanto mental como físicamente, y a la larga resulta más agotador, incluso, que la propia lluvia.  El viento nos exige mantener tanta atención como cuando viajas lloviendo, pero además tienes que ir aplicando permanentemente una fuerza extra con los brazos para ejercer un control sobre los manillares y con las piernas sobre el chasis; y por si fuera poco, nos lleva a sufrir una terrible tensión añadida cada vez que una ráfaga nos sacude y nos hace sentir el vacío bajo nosotros.
   Pero no olvidemos que la moto es un deporte…, ¿quién ha dicho que es fácil?

Viento racheado:
El viento parece tener personalidad propia y adoptar una actitud  malintencionada con el motorista porque rara, rarísima vez le empuja de cola. Su forma habitual de sacudirnos es lateral o frontalmente oblicua. Y, evidentemente, cuando es racheado resulta el más perjudicial para la conducción; entendiendo por racheado el que viene más o menos en la misma dirección, pero con unos cambios de intensidad que nos lanzan esas traidoras sacudidas que encierran el verdadero peligro del viento para la moto.

Texto:Tomás Pérez
Via: Jon Koldo

2 comentarios:

  1. hasta de estos post se aprende, buen escrito. Cuando un domingo me postre tras la ventana para observar el movimiento de las copas de los árboles o la velocidad de las nubes, seguramente recuerde que eso que pueda`pasar lo leí en un post de los MAQUINAS. saludos desde el Oeste

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