Esta atrayente edición limitada de la
popular Bonneville recrea la estética de la moto utilizada en una de las
escenas de película más famosas de Hollywood. Aquella en la que Steve
McQueen huía del campo de concentración Nazi en «La Gran Evasión».
El mítico actor norteamericano,
fallecido a la edad de 50 años debido a un cáncer de pulmón, era un
enamorado de la velocidad y de las motos. Tanto como para atesorar en su
garaje hasta 138 de ellas a la fecha de su fallecimiento, en 1980. En
su extensa colección había varias Triumph. Y también fue con una Triumph Trophy TR6,
con la que protagonizó una de las escenas más famosas del cine bélico y
de acción, en la película «La Gran Evasión». Por todo ello la firma
británica, animada por los seguidores incondicionales del actor y de la
marca, se ha decidido a lanzar una «réplica» de aquella moto de cine.
Triumph Bonneville Steve McQueen SE
Base sólida
Para la materialización de este tributo, Triumph recurre a su sólida Triumph Bonneville T100, a la que se efectúan algunas modificaciones con el fin de darle ese aire «vintage» de principios de los 60. Para empezar, adopta como decoración el color verde «caqui» mate militar, e incorpora adhesivos con tipografía bélica y la firma del actor en las tapas laterales. Además, destaca un inédito asiento monoplaza (hay disponible en opción uno para dos plazas) y una parrillas porta equipajes negra. El faro es de diseño exclusivo, y el cuadro de instrumentos, con cuentarrevoluciones, es como el de la Truxton, más completo y con un aire algo más deportivo. A todo esto se suman las llantas de color negro, los puños del manillar más gordos, como los de la Triumph Speedmaster, y multitud de piezas decoradas en negro mate (soporte de espejos retrovisores, muelles de amortiguación, etc). Para rematar la «transformación», cada moto recibirá una numeración individual grabada en una placa situada en la tija del manillar que certifica su autenticidad. En total serán 1.000 las que se fabricarán para todo el mundo. El resultado es espectacular, y esta «Bonnie» tan especial combina con acierto extremo una imagen atrayente y diferente con la siempre practicidad y comodidad de la sólida bilíndrica británica.Triumph Bonneville Steve McQueen SE
De calle
Y es que la ciudad es coto de caza de la McQueen. Por un lado cumple su misión como imán de las miradas, y por otro te desplaza por las calles con solvencia y de un modo muy agradable. El tacto del motor de dos cilindros en línea es, como marcan los cánones de la casa, muy suave, y su comportamiento, fino, fino. El acelerador es muy agradable, y en general al motor no se le pueden poner pegas. Es cierto que vibra un poco, pero solo cuando lo revolucionas más allá de la mitad del cuentavueltas, lo que equivale en autopista a rodar por encima de los 130-140 km/h. Precisamente cuando empieza a molestarte el viento circulando en este ambiente. Además, destaca su consumo, que es realmente contenido y en la media de nuestra prueba se quedó en unos escasos 5,4 l cada 100 km recorridos.La posición de conducción es natural y confortable, como su asiento monoplaza, y a pesar del elevado peso del conjunto, se mueve relativamente bien en parado, y perfectamente cuando comenzamos a rodar. Sobre buen firme es precisa de dirección, y agradable de manejabilidad y comportamiento, aunque su suspensión trasera nada progresiva revierte en el confort al pasar sobre baches o irregularidades. Sea como fuere, no es nada que no conociéramos sobradamente por nuestra experiencia con la Triumph T100, la moto de la que toma toda su base. También comparte con ella el sistema de frenos, quizá con algo de falta de mordiente en fuertes frenadas (un solo disco delantero mordido por una pinza convencional de dos pistones flotantes), pero con buen carácter en general; y por supuesto toda la parte ciclo, que dada la filosofía de la moto, cumple a la perfección en cualquier ambiente.