03 febrero, 2014

Aratustes de Mundaka



EL domingo sale el sol después de una semana en la que ha llovido sin parar, aun así la carretera esta mojada y circulamos con precaución mientras nos dirigimos a Mundaka donde se  celebran unos aratustes (carnavales) muy curiosos en los que participan los hombres, a través de los atorras, y las mujeres, mediante las lamiak.


Los atorras, anualmente, comienzan su andar por Mundaka, frente la casa de José María Egileor, uno de los impulsores de esta celebración durante la Guerra Civil y los años de la dictadura, y lo hacen con la primera de las canciones, titulada Aratuste y que dice “Aratuste zara, Aratuste, mundakarrentzat egun obarik ez”, -Carnaval, Carnaval, para los mundakarras no hay un día mejor-, recalca el estribillo de la pieza.
 

Según la leyenda, la pulcra indumentaria de los atorras, constituida de falda, blusón y pantalones blancos, así como una funda de almohada por la cabeza y un pañuelo rojo fue utilizada por primera vez por el conde local Antón Erreka.


Este personaje, que un día llegó a su casa con unas copas de más, se vistió las enaguas de su mujer sin darse cuenta y salió a la calle para escapar a los escobazos de la enojada esposa. Los vecinos creyeron que se trataba de una genialidad más de la primera autoridad local y se dispusieron a celebrar una gran romería que no cesó hasta el toque de ánimas. De esta singular manera popularizó Erreka, sin saberlo, un traje que con el paso del tiempo se ha convertido en los carnavales de Mundaka.