"Son la diez de la mañana y mientras unos cuantos maKinas quedan en la
sede para compartir ruta, otros nos vamos al txoko Uri Zarra para
preparar algo de comer y dar reposo a la vuelta de tanto esforzado de la
ruta.
El menú ya estaba decidido y las vituallas en la nevera
desde el día anterior, así que lo primero al llegar era organizar la
cabeza y decidir por donde empezar, la decisión cayó del lado de unos
choricitos a la sidra, y mientras se desengrasaban a fuego lento, fuimos
limpiando los txampis y preparando unas morcillas de Burgos para
hornear. Oficiaron Ra e Iñaki, llevandose el primero la peor
parte, por aquello de que jugaba fuera de casa, inconmensurable su juego
en terreno desconocido. El tiempo iba pasando ligero, en parte por que estábamos ocupados en cosas que nos gustan y en parte porque la primera de las muchas botellas de txakoli que se abrieron iba vaciandose sin remedio. Entre picar ajos, setas y perejil e ir vaciando los vasos, se nos fué el reloj hasta la una del mediodía, con el tiempo lleno de anécdotas y "susedidos", que la vida de Ra da para mucho a pesar de su juventud.Y llegados a esa hora, empieza el rock'n roll como dicen en las películas, llaman a la puerta y aparecen los primeros maKinas, que curiosamente (o no), no eran los que habían salido en moto, sino los que habían tenido otras cosas mejores (o no) que hacer. A partir de ahí, todo fué un continuo llegar makinas y amigos, servir bebidas (gran consumo de Godello por parte del personal femenino por cierto) y los choricitos y las morcillas para picar y no se nos fuese alguno pronto por haber pisado el corcho. A todo esto, Ra seguía en lo suyo mientras el que suscribe, con la excusa de atender a los invitados, iba pasando olímpicamente de las ensaladas, los pescados, los hornos y las sartenes.Como se puede fácilmente imaginar, la combinación de amigos, txakoli, godello y tinto, creó un ambiente de gala en el txoko, y así, todo el mundo comentaba que qué bonito, qué grande, como me gusta, etc., como si uno se ablandase con esas excusas a estas alturas. Tales muestras de cortesía se deben, en no pocas ocasiones, a que han dado las tres de la tarde y ya empieza a asomar el hambre por entre las pausas de las conversaciones.
Así que al toque de
fajina todo el mundo a la mesa, ¿todos?, ¡no!, un grupo de irreductibles
bebedores/charladores remoloneaba en la barra a pesar de las furibundas
miradas del resto, pero incluso ellos, se rindieron y después de
renovar las botellas, empezamos a comer.
En la mesa, donde
aguardaban varias bandejas con más morcillas asadas, aparecieron las
ensaladas templadas de setas y gulas, plato muy aplaudido por los
tendidos de sombra (los que quedan lejos de la cocina). Después
degustamos unos txampiñones horneados con queso gorgonzola. Como plato
principal, nos trajinamos unas merluzas de anzuelo horneadas con un poco
de fumé de pescado y con un refrito de ajo, perejil y guindilla.
No
tengo palabras para describir la aglomeración de maKinas a recoger
platos (estábamos emplatando en la cocina) y servir la mesa, no tengo
palabras, pero tengo una explicación, seguían con hambre y no se fiaban
de que llegase para todos. O eso, o que son unos txabales estupendos. Y
tras una pequeña pausa sin anuncios comerciales, pudimos terminar el
postre, pues se trataba de un soufflé Alaska, que para los que no lo
sepáis, es un combinación de bizcocho emborrachado, helado y frutas,
cubierto de merengue y pasado ligeramente por el horno, antes de
flambearlo con brandy. El estadio se caía, rugían las masa ansiosas por
probar aquel llamativo plato, pero hubieron de esperar a preparar las
raciones, cosa ardua y difícil, tanto, que jamas he conseguido hacerlo
bien.Pero igual se lo comieron, y hube de andar muy rápido con mi plato para poder repetir.
Y después claro, unos cafés y unos gintonics, salvo un pobre cuitado que, novato él en estas lides txokeras, no se le ocurre otra cosa que pedir un licor de hierbas. Solo por joderle a Sabina, no nos dieron las diez entre tragos y charlas, pero falto muy poco.
De esta manera, pasó un día a los que ya tienen acostumbrado los maKinas: cojonudo,
gracias a todos por compartirlo conmigo, pero muy, muy especialmente, a Ra"
Y después claro, unos cafés y unos gintonics, salvo un pobre cuitado que, novato él en estas lides txokeras, no se le ocurre otra cosa que pedir un licor de hierbas. Solo por joderle a Sabina, no nos dieron las diez entre tragos y charlas, pero falto muy poco.
De esta manera, pasó un día a los que ya tienen acostumbrado los maKinas: cojonudo,
gracias a todos por compartirlo conmigo, pero muy, muy especialmente, a Ra"
Texto: Artetxe.