La primera, entre miembros y amigos íntimos.
Disfrutamos de una sencilla pero contundente cena entre risas, bailes y
camaradería motera, en el emblemático Bar La Encina, donde comienza el camino a
la mina y se yergue el acantilado.
“Curiosamente” se nos hace tarde… y volvemos
todos a casa tan cansados como ilusionados por el día de mañana.
Comienzan a llegar los invitados, en un
continuo pero incesante goteo. Tal es así que, grosso modo, calculamos unas 200
monturas.
Abriendo camino de la ruta dos jóvenes
miembros de la Benemérita
moteros ellos – tal es así que han solicitado ese turno para poder disfrutar de la misma con nosotros – que nos guian a disfrutar del generosísimo lunch que los amigos de Vulcan Riders nos han preparado en el Bar Las Palmeras, de Oriñón.

Tras el
mismo hacemos la ruta de vuelta pasando por Castro Urdiales. Todo un
espectáculo visual y sonoro para lugareños y turistas, que a esas horas
abarrotan las calles.
A nuestra
llegada unas cervecitas frías, mas saludos y abrazos y, animadas charlas y,
casi sin darnos cuenta, se nos anuncia que una deliciosa paella nos espera, la
cual nos apresuramos a degustar.


La tarde
transcurre entre calores, animación musical, juegos, desfile de moda, concierto
en directo, sorteos varios, y divertidos bailes en los cuales participan
nuestros pequeños moteros desplegando toda su energía.
