La lluvia
amenazaba con hacer acto de presencia, pero decidimos ignorarla y seguir
adelante con nuestra ruta matutina. Con el casco puesto y los guantes bien
ajustados. Salimos a la carretera y comenzamos a disfrutar de las curvas y la
velocidad. El asfalto estaba en buenas condiciones y las motos respondían a la
perfección a nuestros movimientos.
Después de
un rato de rodar, decidimos hacer una parada en Arratzu. Allí tomamos un café
mientras charlamos. Y regresamos a casa.