El primer
domingo de febrero asoma tímidamente entre la niebla. Nos ponemos en marcha
para hacer la ruta preparada por Aitor: Arrigorriaga, Miraballes, Areta,
Orozko. La mañana avanza y con ella la ruta sigue su curso. Pto de Altube,
Murgia, Zárate.
Al mediodía,
el grupo hacemos una parada, para tomar el café, en el restaurante Artzegi en
la localidad de Gopegi, Habíamos estado conduciendo un buen rato, atravesando
paisajes cambiantes y sorpresivos, pero nada como lo que nos esperaba después
de ese receso.
Mientras nos
situamos en formación de ruta, no podemos evitar notar cómo la niebla se va
intensificando.
Hay una niebla densa y húmeda como si la carretera se hubiera
sumergido en un mar de algodón blanco. notamos cómo la niebla cerrada comienza
a empapar las pantallas de nuestros cascos, una fina capa de humedad que dificultaba
aún más la visibilidad: Legutio,
Landa, Pto de Arlaban. Encendimos
los faros auxiliares de las motos, pero apenas penetraban la espesa niebla que
se extendía ante nosotros. Con cada curva, parecía que nos adentrábamos en un
mundo completamente distinto, donde la realidad se difuminaba entre la neblina
y la imaginación.
La carretera se volvía un desafío constante, con la
visibilidad reducida a apenas unos pocos metros frente a nosotros. No podemos
evitar maravillarnos ante el paisaje que se revelaba ocasionalmente entre la
niebla cerrada.
Árboles fantasmales se alzaban a nuestro alrededor, sus
siluetas apenas visibles a través del velo blanco que los envolvía. El
contraste entre la luz difusa y las sombras creaba una atmósfera mágica, como
si estuviéramos atravesando un mundo de ensueño.
Con el sol dominando la niebla
tomamos la penúltima en Arrasate y regresamos: Pto de Kanpazar, Elorrio,
Durango, Amorebieta, Bilbao.

.jpg)