Luis no solo vivió: la rompió. Siempre con una sonrisa, una historia de rock y una cerveza fría en la mano. Repartió abrazos, anécdotas y chistes malos que igual nos hacían reír.
Ahora estará de ruta con Marta, y seguro ya preparo una concentra con todos los espíritus celeste sin excepción.
Hoy lo despedimos como a él le gustaba: con alegría, y una cerveza bien fría.
Te vamos a extrañar, campeón. ¡Salud, y nos vemos!